domingo, 6 de mayo de 2012

OTRA FORMA DE CAMINAR: GR 92
Del Portus a La Zohila (Murcia) – Cabo Tiñoso
25 de febrero del 2.012

SENDERISMO Seguramente, la actividad física más antigua del mundo y la más practicada en la actualidad. Dependiendo de la zona del mundo donde nos encontremos, lo haremos por necesidad o por entretenimiento. Al principio el ser humano era Nómada, iba de un sitio a otro buscando el sustento, teniendo definidos las diferentes zonas geográficas según las estaciones del año y la climatología. Así, aparecen trochas y sendas, muchas de ellas siguiendo el trasiego de los animales.
            Con posterioridad, y con la evolución se hicieron Sedentarios, construyendo los poblados cerca de los campos de cultivo y de las zonas de pastoreo. Para este menester y la comunicación entre pueblos se hicieron caminos más o menos anchos que les permitían cruzar llanuras / mesetas / montañas renaciendo un comercio de intercambio de productos y alimentos. Al principio, todo esto se hacía caminando con la ayuda de grandes animales domesticados que llevaban la carga.
            Actualmente, la revolución industrial y los medios de locomoción modernos, han permitido que se construyan nuevas vías de comunicación, quedando relegados al olvido y a la desaparición, verdaderas obras de ingeniería, que recorrían nuestras zonas de montaña, muchas de ellas actualmente protegidas, escondiendo unos valores naturales únicos.
            Podemos definir el SENDERISMO como una actividad deportiva no competitiva que se realiza sobre caminos balizados y homologados por el organismo competente. Busca acercar a las personas al medio natural y al conocimiento de la zona a través del patrimonio y los elementos etnográficos y culturales tradicionales, utilizando preferentemente el sistema tradicional de vías de comunicación, como cañadas, caminos y senderos. Constituye una simbiosis entre deporte, cultura y medio ambiente.
            Para no confundirse con otras actividades deportivas que también se realizan en el Medio Natural, lo más parecido al Senderismo es el Excursionismo, pero a diferencia del anterior, los practicantes tienen que poseer unos conocimientos técnicos mínimos de orientación y cartografía, para su seguridad.
            El estar homologado implica que el sendero se encuentra señalizado con un sistema de marcas, que cuenta con un folleto o topoguía descriptiva, exigiendo un compromiso de mantenimiento al promotor, y tiene que cumplir los requisitos establecidos por el organismo competente. En España es la Federación Española de Deportes de Montaña y Escalada (FEDME), la cual ha cedido los derechos para su territorio a las Federaciones Regionales de Montaña, siendo responsable en nuestra Comunidad Autónoma, la Federación de Deportes de Montaña de Castilla La-Mancha (FDMCM).
            Las denominaciones de los senderos homologados y su señalización son: SL blanco/verde (sendero local) – PR blanco/amarillo (sendero pequeño recorrido) – GR blanco/rojo (sendero gran recorrido).
            El GR 92, es un sendero costero que discurre por el litoral mediterráneo, por viejos caminos, muchos de ellos su origen es militar, sobre todo por donde pasamos, como así dan fe la multitud de obras militares que vigilan esta zona tan estratégica, y que ha dado lugar acontecimientos bélicos de nuestra historia. Aquí han estado  los fenicios - romanos y cartagineses, dando el nombre a la principal Ciudad de la Comarca, y unos de los puertos más importantes del mediterráneo desde la antigüedad "Cartagena".
                        Todavía es de noche cuando los últimos suben al autobús, en la rotonda de la circunvalación con la carretera las Peñas. Nuestro objetivo el pequeño pueblo de pescadores del Portus, en el golfo de Cabo Tiñoso, en las inmediaciones de Cartagena, donde vamos a recorrer una de las etapas más abrupta del GR 92.
            La senda parte del extremo sur del paseo marítimo, junto al pequeño puerto y la playa de arena de grano gorda, que a pesar del día radiante que ha amanecido esta se encuentra vacía (en los meses de estío, se inunda de bañistas), entre las ultima casas, por pequeñas escalinatas de acceso, la veintena de montañeros, pronto nos ponemos de a uno por la pequeña traza, aunque muy bien marcada, que hace imposible su perdida. Durante toda la jornada serán repetitivas las paradas para plasmar todo el espectáculo del mar rompiendo en los acantilados, y las vistas de postal que nuestros ojos puede observar.
            El sendero se hace muy sinuoso, ya que discurre este primer tramo por curva de nivel, por la ladera de la "Sierra de la Muela", y tiene que ir salvando los diferentes barrancos que va a parar al mar, haciendo que cuando llegamos a ellos, nos encontramos con grandes bloques y matorrales que tengamos que sortear, así como pequeños descensos y subidas.
            Nuestra primera dificultad, ascender al collado de la Aguja, al no poder seguir costeando por los paredones. No hay un camino definido, pero está bien marcado de "blanco y rojo". En el alto se localiza la "Casa del Comandante", donde hay un aljibe en uso, que nos puede sacar de un apuro, un buen lugar para hacer un receso bien merecido. Tenemos un fuerte descenso hasta la cala Aguilar, por una senda en zig zag, que nos deja en pocos minutos, invitándonos a darnos un chapuzón. A partir de aquí dejamos la sierra de la Muela, y vamos a caminar junto al mar.
            Llegamos al rehabilitado Cuartel de la Guardia Civil de Bolete como refugio, en cuya terraza podemos empezar a ver al fondo las instalaciones de Escombreras (izquierda), y Castillitos (derecha), a donde nos dirigimos. Pasamos por la playa del Bolete Grande, y por ramblas, la ruta nos conduce hacia el paraje del Cantalar, antes tenemos que pasar un laberinto de grandes rocas, que se hace complicado progresar, seguramente debido aún corrimiento, donde tenemos que ser precavido, hasta coger un viejo camino militar. Se dice que el desprendimiento de rocas pudo ser debido a los bombardeos costeros.
            Dejamos las trochas / sendas y por camino, que ya no lo dejaremos hasta la batería militar. Cruzamos la cala Salitrosa, donde observamos un yate fondeado (las aguas trasparentes invitan al sosiego y relax), entrando en los montes y acantilados de Cabo Tiñoso. Iniciamos un largo ascenso con multitud de revueltas, algunas las vamos salvando monte a través, aunque como bien dice el dicho: "No hay atajo sin trabajo"; y, cuando nos queremos dar cuenta, llegamos a las puertas de los "Castillitos".
            Esta fortificación, fue construida en el plan de 1.929 – 1.936, de Primo de Rivera. Posee cuatro cañones de acero Vickers, de 152,4 mm (modelo 1923), con un alcance de 22 km; esta batería cruzaba su fuego con su gemela de “Las Cenizas”, protegiendo de los ataques navales al puerto de Cartagena. Actualmente está fuera de servicio, y permanece artillada con dos piezas de 38,1 Vickers. Donde podemos contempla un paisaje espectacular, desde la Punta de los Aguilones (Escombreras) a Cabo de Gata, con el mar a izquierda / derecha y la batería al centro.
            En 1939, al fin de la guerra civil española, en la que Cartagena fue un bastión muy importante de los Republicanos, en un periodo en el que la plaza pasaba de manos de un bando al otro, combatientes del “bando nacional” se encontraban cerca ocuparla. Una flota del mismo bando partió del puerto de Castellón con la orden de reforzar a las tropas de tierra. Pero el “bando republicano” consiguió reconquistar posiciones, y los barcos de la flota dieron media vuelta, salvo el “Castillos de Olite”, que con su radio de comunicaciones averiada, continuó su rumbo, confiado en que la situación en Cartagena no había cambiado. Fue alcanzado de lleno por un obús de la batería de defensa y hundido. De los 2.112 hombres que había a bordo, 1.476 murieron, 342 fueron heridos y 294 fueron hechos prisioneros, siendo el mayor número de víctimas mortales en el hundimiento de un solo buque en la historia de España.
            Seguimos la marcha por la carretera de acceso a la batería, sobre Cabo Tiñoso. A unos kilómetros la abandonamos hacia la izquierda, para seguir por la loma hacia el cabezo de La Picadera, bajo la que pasamos. Llegamos al collado, donde nos encontramos con la carretera que termina en las instalaciones de telecomunicaciones, donde monte a través ascendemos a la cota más alta, viendo la costa de la Azohía, en la otra vertiente, a donde nos dirigimos por el gran espolón que muere en el mar. Terminamos en la Torre vigía de Santa Elena, del siglo XVI, perfectamente restaurada, y en la aldea (antiguamente de pescadores) de La Azohía, donde nos espera un merecido refrigerio.
            Aquí el autobús espera, y ya de noche iniciamos el regreso a Albacete. Una jornada bastante completa, más de ocho horas caminando, con un día esplendido y un paisaje que se quedara grabado en nuestras retinas durante mucho tiempo. Un buen ejemplo de un buen camino balizado (GR 92).
Manuel Novés Parras

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