viernes, 11 de mayo de 2018

Mapa y perfil de la ruta “Circular del Yelmo por la arista”.-


Actividad prevista para el sábado, 19 de Mayo de 2.018.-
Tal vez sea el Yelmo el monte más emblemático y genuino de la sierra de Segura y aún de sus vecinas.
Su silueta tan característica y espectacular, es visible desde muy lejos y desde muchos sitios. Sus elegantes formas, su airosa arista y su "hueco" (otrora un paraíso de jardines colgantes), crean un interesante espacio natural pleno de autenticidad y singularidad.
Ni las carreteras que lo laceran, ni los olivos que lo asedian, ni la ignominia de las antenas que, como corona de espinas humillan su cima, han podido con él.
El monte que glosara Quevedo, ha sabido reinventarse como estación de parapente; y a pesar de todos estos desmanes, y aun del incendio, resurge como un fénix y supone ser un imprescindible del excursionismo en estas sierras.
En esta excursión se pretende hacer un recorrido circular aprovechando los senderos PR y GR que transitan por sus laderas, una pista forestal, y algun que otro tramo campo a traves. Visitaremos el bonito pinar de la cara oeste, algunos lugares singulares y la espectacular arista cimera.
Comenzamos esta vuelta al Yelmo en la pequeña aldea de El Robledo, en la falda más amable de sus laderas. Emprendemos camino por un antiguo PR que ataja las primeras curvas y revueltas de una pequeña pista forestal de asfalto ligero que transita por esta cara. Tras remontar unos 150m, contactamos de nuevo con la pista forestal, que abandonamos rápidamente por la izquierda, tomando otra pista de tierra que circunvala el Yelmo.
Siguiendo por esta pista, pronto llegaremos a la Fuente del Tejo, lugar refrescante, agradable y un pelín hortera. Rápidamente, en las siguientes lazadas, abandonaremos la pista por el hombro izquierdo de una valleja, por un difuminado sendero con muy poco uso. Sabremos que estamos en el sendero correcto si, al poco, tras fuerte subida, nos encontramos con una curiosa "piedra con agujero". Al poco, salimos de la maraña del bosque y nos encontramos súbitamente con el cortafuegos que lacera la cara oeste del Yelmo. Empezamos a subir por él hasta unos mojones que se adivinan unos metros más arriba.
Reprimimos las ganas de subir por cortafuegos y, en su lugar, buscamos un viejo camino de herradura, bastante estropeado que, saliendo por la izquierda del cortafuegos, nos llevará hacia uno de esos lugares que merece la pena visitar y conservar. Este camino ahora a punto de desaparecer por el paso del tiempo, fue en su momento una vía de comunicación para los moradores de los cortijos de la cara norte del Yelmo con sus vecinos del sur; y debió de ser importante, a juzgar por la esmerada factura del "tranco" que salva el espolón de los Castellones. Por desgracia, el camino se difumina poco después de pasar el tranco y justo cuando parece picar un poco hacia abajo a buscar la tinada de José Ojeda, lo debemos de abandonar.
En este punto abandonamos toda senda y entramos en un bosque un poco caótico, siguiendo el flanco oeste, al pie de la poderosa lancha que conforma la cumbre del Yelmo. Buscamos una traza o indicio de una antigua senda muy deteriorada y estropeada en la que tendremos que rodear algún que otro árbol caído. Estamos sobre los 1400 m de altitud, un poco enmatojados rodeando el Yelmo para encontrar su afilada arista, sin pérdida posible de no perder el nivel, pues más pronto que tarde, encontraremos el vertiginoso filo y el vacio de la cara este.
Hay que considerar que, tras el incendio del año pasado, no sabemos qué encontraremos en esta zona. Mis observaciones apuntan a que podremos llegar hasta el mismo filo pero que lo que encontraremos allí ya no será un hermosísimo espolón de 400 metros y su formidable bosque, sino el devastador panorama tras el incendio. En cualquier caso, de poderse llegar al filo, merece la pena hacerlo, por visitar una cueva-abrigo, pintoresca que hay en esta cara y un horizonte impresionante de la sierra de Segura.
Tras visitar la cueva, volveremos sobre nuestros pasos para rodear la parte más vertical y rocosa de la arista, cambiando de nuevo a la vertiente oeste, a partir de ahí, sin sendero, tan solo con la traza de senda de los animales, casi trepando, remontaremos el desnivel sobre la misma arista, buscando una faja rocosa sobre nuestras cabezas, el recorrido en este tramo es de fuerte pendiente, un tramo corto pero de bastante dureza.
En un momento dado, una faja rocosa nos cerrará el paso sobre nuestras cabezas, pero buscaremos un ajustado paso artificial (otro tranco) identificable por una pequeña pintada en forma de flecha roja.
Subiendo este tranco nos encontraremos en la misma arista de nuevo, que en esta parte es muy aérea, pero rodeandola por la cara oeste, podremos encaramarnos un poco más adelante sin apenas dificultades.
Estamos ahora sobre la arista, con el hueco este a nuestros pies y unos paisajes serranos infinitos, camino de las antenas que coronan la cima de este monte. La pendiente se va suavizando y, aunque caminamos campo a traves, ahora el Yelmo nos muestra su cara más amable.
Tras un tiempo indeterminado, que se nos hará corto, llegaremos a la primera de las antenas, desde donde la vista del pueblo de Segura de la Sierra, es de auténtica postal. De las primeras antenas a la cima principal, que alberga las antenas principales, ya solo hay un paseo. En esta parte las sensaciones pueden ser agridulces, (cualquiera que haya estado en el Padroncillo, sabe a lo que me refiero) pero los brillos del sol en el embalse del tranco y las cimas cercanas y lejanas que nos rodean, harán mas llevadero soportar el atropello que se ha cometido con la cima de tan noble monte.
Al final de la arista que traemos, justo antes de terminar en un precipicio, nos encontramos una caseta de vigilancia contraincendios y también una pista de despegue de parapente. Es este un buen lugar para contemplar el horizonte y el valle del alto Guadalquivir, y la mayor parte del PN de Cazorla, Segura y las Villas, Castril, la Sagra, Mágina y aún Sierra Nevada en días claros.
Para bajar, tomamos ahora un delicioso sendero PR que en tres kilómetros de cómodo desdenso, nos deja en una pista forestal de asfalto ligero, continuación de la que tomamos por la mañana, pero en la vertiente opuesta. Caminamos ahora cuesta arriba un trecho, dando vistas a los espectaculares paisajes de la sierra de Segura. Vamos buscando ahora las señales de GR hasta encontrarlas, y salimos nuevamente por el lateral izquierdo, para transitar un corto pero precioso bosque de laricio suspendido en los cortados. Al cabo de un rato de descenso por el GR tomaremos, a la derecha, camino de saca de madera, que baja de forma pronunciada, y que se encuentra muy enmarañado de retamas. Este arrastradero nos deja en una Casa Forestal que preside un paisaje insospechado. De ella parte un camino de herradura muy bien conservado y fácil de seguir que, rodeando el monte entre barrancos, nos depositará de nuevo en la pista forestal asfaltad. De ahí a Robledo, tan solo queda bajar por la pista o tomar de nuevo el sendero PR que se caminó por la mañana.
Ese conocimiento que tenía Quevedo, de Segura y su entorno, queda reflejado en esta "silva":
O sea que olvidado,
o incrédulo del caso sucedido,
o mal escarmentado,
¡oh peñasco atrevido!,
llevas a las estrellas frente osada,
de ceño y de carámbanos armada.
Debajo de tí truena, que respeta tus cumbres el verano,
y allá en tus faldas suena
lluvioso invierno cano; y dónde eres al cielo cama dura
das al Guadalquivir cuna en Segura.
Por demás alto vuelo
te cudiciara el águila gloriosa,
pues arrimado al Cielo, lo que no pudo él osa.
Sobre Olimpos nos muestras por momentos
las determinaciones de los vientos.
Escondes a la vista
el Yelmo con que Júpiter Tonante,
armado en la conquista,
sino te vió triunfante,
te vió caliente y animoso, y vemos
que hoy le arriman escalas tus extremos.
Coronado de pinos
el cerco blanco de la Luna enramas,
y en los astros divinos, que son etéreas llamas,
te enciendes por turbar antiguas paces,
y al cielo vecindad medrosa haces.
Son parto de tus peñas
Mundo y Guadalquivir, famososo rios;
y luego los despeñas
por altos montes frios,
de tan soberbios y asperos lugares,
que pareces que llueves los que pares.
Baja recien nacido,
Guadalquivir, y llega tan cansado,
que le ve encanecido
en su niñez el prado,
con la espuma que hace y con la nieve,
por duros cerros resbalando leve.
Ceñido en breve orilla
llega a tomar el cetro de los ríos,
y en cercando a Sevilla,
le coronan navíos,
por ser tan noble su primera fuente,
que es de los cielos alto descendiente.
Con pasos perezosos
al mar camina, como va a la muerte,
y en senos procelosos
por tributo se vierte,
dónde yace del golfo respetado
por lo que en él Belisa se ha mirado.

Leer más: https://nostalgia-segurena-es.webnode.es/news/poemas-de-quevedo-el-yelmo-de-segura-de-la-sierra-ano-1-670/
Juan Villegas Pascual



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