viernes, 17 de mayo de 2019

Mapa y perfil de la ruta “Cazorla: A los Órganos por el cinto de Poyo Cerezo”.-


Actividad prevista para el sábado, 25 de Mayo de 2.019.-
Situado en el noreste de la provincia de Jaén, el Parque natural de las Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas, con una extensión de 214.336 ha, es el mayor espacio protegido de España y el segundo de Europa. En 1960 fue declarado Coto Nacional de Caza. Desde 1983 es Reserva de la Biosfera, por declaración de la UNESCO. Es parque natural desde 1986 y Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA) desde 1987.
Es una vasta extensión muy despoblada, donde podemos encontrar espacios naturales en estado puro, senderos de herradura y caminos viejos, que hablan de tradiciones de antaño, de aislamiento y vida austera y difícil, en cortijos donde la gente nacía, vivía y moría, sin conocer más allá que las montañas que rodeaban su casa, y, como declaró un compañero con sentencia clarividente: “Un lugar donde todavía es posible perderse”.
Las montañas de Cazorla son tan bellas como duras: Fuertes pendientes y clima extremo, resultan combinación difícil que pone a prueba a quien se propone alcanzar sus cimas o transitar por sus viejos caminos olvidados. Pero encontrar los pasos de los caminos antiguos, llena de satisfacción al que disfruta caminando por la montaña. Allí, el monte nos envuelve, nos hace sentir vulnerables y cuando nos deja regresar, somos distintos, por lo que hemos podido ver y oír, por lo que hemos sentido y por que lo hemos vivido.
Este año nos proponemos recorrer, en el parque de Cazorla, una ruta nueva: Vamos a llegar al Salto de los Órganos por la margen izquierda del valle del Borosa.
Por la margen derecha, ya hemos llegado muchas veces recorriendo la mítica ruta de los cintos del Banderillas, la del Cinto de la Higuera, el Tranco del Perro, el collado de Roblehondo y unos cuantos cortijos perdidos.
Por la margen izquierda no hemos caminado nunca, pero nos vamos a descubrirla, porque es tan apasionante y bonita como la otra, y, desde luego, más salvaje, perdida y olvidada.
Buena parte del recorrido se realizará por pistas y caminos en buen estado, aunque en otros, los caminos se encuentran ocupados por vegetación y afectados por derrumbes. En un tramo, el camino es impracticable, por lo que es necesario progresar campo a través y afrontar subidas y bajadas con fuerte pendiente, aunque cortas y sin dificultad técnica. En otros tramos, el recorrido se realiza por sendas, algunas de ellas ocupadas por vegetación o con lapiaz, el firme característico calizo. No hay tramos aéreos ni de dificultades técnicas. La buena forma física es indispensable, por la longitud del recorrido y por el desnivel acumulado que supone.
Partimos del aparcamiento junto a la piscifactoría próxima al jardín botánico y museo de la Torre del Vinagre, situada en el pk. 49 de la carretera A-319.
Tomamos la pista del Borosa, en dirección al salto de los órganos, remontando el río. A unos 2,3 km, encontramos el puente de los Caracolillos, y la bifurcación a la casa forestal de Roblehondo, a la derecha, que tomamos.
La pendiente se incrementa, pero se progresa fácil por las buenas condiciones del firme. Después de algunas curvas, enfilamos el imponente Castellón de Guadahornillos o del Moro. A los 5 km y poco, cruza el viejo camino de la Horadada, que bordea la falda norte del Castellón. Lo tomamos, a la izquierda. Al principio, no está en mal estado, pero se nota mucho menos transitado. Conforme andamos, podemos observar como la vegetación y algún derrumbe, lo va cubriendo.
A los 7 km, cruzamos el arroyo de la Fuente. El camino evidencia el deterioro. Alguna senda parte de él subiendo, que ignoramos, para continuar por la izquierda, sin dejarlo. Y al tomar, definitivamente dirección Sur, a la izquierda, podemos contemplar las paredes pétreas del barranco de la Horadada, donde encontramos la Piedra del Agujero, a la que debe su nombre. La veremos, en un cambio de rasante, a unos 8 km. Cruzamos el arroyo del barranco y nos desviamos un poco para contemplar el curioso y singular agujero, capricho de la erosión.
Continuamos hacia el Sur con un camino, ya definitivamente en estado de abandono, hasta encontrar el cruce con otro camino, el que conduce a la Huelga del Nidillo. Hemos recorrido algo más de 9 km.
Este camino está en las mismas condiciones que el anterior, abandonado. Nadie diría que se trata de un camino, con el nombre de tal. Pendiente, la vegetación lo ocupa, y llega a desaparecer al llegar a un espolón que se alza ante nosotros, al Este. No queda más remedio que improvisar campo a través para remontar unos cuantos metros para salvar el espolón, sorteando vegetación y escalones de roca. No tiene gran dificultad, pero supone esfuerzo. Y en la bajada, sobre todo, multiplicar concentración y prudencia, por la pendiente. En el espolón, las vistas son espectaculares. Merece la pena el paso. Hemos recorrido unos 10 km.
Y, al poco de la bajada, retomamos el desdibujado camino. Es casi un sendero sobre una vieja plataforma ocupada por la vegetación que nos obliga a buscar el mejor paso. Seguimos unos 700 m y el viejo camino, súbitamente, empieza un fuerte descenso, aprovechando otro espolón más suave. En el descenso encontramos magnífico arbolado del que destaca una gran encina, que parece hablar de tiempos olvidados. El camino, a pesar de su deterioro, se anda fácil y se progresa sin dificultad. Es fácil reconocer su plataforma.
500 m de zig-zag cuesta abajo y retomamos dirección Este, en curva de nivel sobre los 1100 m, para alcanzar el arroyo del Tejo.
El barranco del arroyo está a algo menos de 12 km. Es zona oscura, de bosque salvaje, sobrecogedora y donde es fácil encontrar fauna. Ahí es donde empezamos a darnos cuenta de que la Naturaleza es la reina y nosotros somos poca cosa a su lado. Son evidentes los síntomas de riada. El camino a desaparecido, ocupado por un cauce con grandes piedras. Por la izquierda, hay continuidad, pero baja hasta la fuente del Nidillo, junto a la pista del Borosa. Adelante, en dirección Este, el camino no existe, probablemente destruido por avenidas de agua. Pero a la derecha, remontando el pedregoso cauce, volvemos a encontrar los que podría ser, en otro tiempo, camino transitable, ahora reducido a estrecha senda mantenida por ungulados, jabalíes y zorros.
Se progresa, con dificultades por la pendiente, por lo estrecho y poco evidente de la senda, pero se progresa por lo que la intuición nos hace ver como antiguo camino. Es algo más de un km de subida remontando el arroyo, donde encontramos el tejo que le da nombre y gran pino centenario, espectacular.
Habremos recorrido poco más de 13 km, cuando vemos, con claridad, que el camino abandona el cauce del arroyo para desfilar a nuestra izquierda. 800 m de subida por un camino que ya no lo es, con derrumbes, arboles caídos y vegetación que lo ocupa, para salir del barranco. Y poder contemplar nuevas vistas del Banderillas y del valle del Borosa, de belleza indescriptible.
El viejo camino no se resigna a desaparecer. Es evidente que estuvo y hoy, con cada vez menos dificultades, nos permite progresar. Vamos ganando altura, ya fuera del arroyo del Tejo, y la vegetación y los derrumbes, pierden protagonismo.
Primero por la cuerda y luego por ladera, caminamos, por el evidente camino, un kilómetro hasta encontrar, otra vez, el arroyo del Tejo. En el siguiente espolón lo dejamos el camino para progresar por la cuerda. Afrontamos una buena subida, de unos 140 m, hasta el collado de la Peña de la Teja. Progresamos por trochas de animales, sin otra preocupación que dosificar el esfuerzo de la subida. En el collado, habremos recorrido unos 15 km y medio, la mitad del camino previsto. Estamos a unos 1550 m, la altura máxima. Y empezamos el descenso.
En una primera etapa, alcanzamos el camino a la Calarilla, más senda que camino, pero se progresa muy fácilmente. Un kilómetro después, estamos en pleno barranco de la Tabarrera, flanqueado por espolones pétreos y ocupado por el boj. Nos va a dificultar la bajada, pues tendremos que encontrar el mejor paso y, quizá nos cueste algún ensayo y error encontrarlo.
Ya en la margen derecha, ocupamos el cinto de Poyo Cerezo, un hermano de los famosos al pié del Banderillas, pero al otro lado del Boroso, con más pendiente y más estrecho, y con el mismo encanto y belleza. Es un tramo con piedra suelta y pendiente, donde no debemos descuidar la atención.
En el kilómetro 17 y medio de la ruta, parece que nos vamos a desplomar igual que el Borosa en el Salto de los Órganos. Estamos al lado. Hemos pasado las dificultades y afrontamos otro capítulo completamente distinto, pues la senda nos da la opción de, o bien bajar vertiginosamente a la presa de Valdeazores, o bien, por un camino más ancho, hasta el embalse. Esta última opción supone alargar la ruta unos 800 m.
En la presa, el camino se hace mucho más sencillo. Es un camino que recorren muchas personas visitantes del parque natural.
Para regresar, de nuevo a la Torre del Vinagre, no hay que dejar el camino. Primero, sendero, atravesando los túneles de la toma de agua de la central hidroeléctrica del Borosa. Conviene llevar alguna luz y cuidado con la cabeza. La bajada desde los túneles al cauce del Boroso es un pedregal donde hay que llevar mucha atención. Ya en el río, lo primero que encontramos es el magnífico Salto de Los Órganos y toda la sucesión de cascadas que nos acompañará hasta la central hidroeléctrica. El camino, muy pisado, tiene sus dificultades: Rocas, derrumbes, piedra suelta, pendiente. Pero es recorrido por decenas de personas cada semana, de toda condición física y experiencia senderista. Al llegar al Salto de los Órganos, llevaremos unos 19 km de ruta. Nos quedan 11 de camino y pista.
Al llegar a la central eléctrica, un kilómetro más adelante, el camino, con más o menos dificultades, se convierte en pista.
Cuatro km más adelante, habremos pasado por el puente de la Piedra, la Huelga del Nidillo, y nos encontramos con el desvío a la Cerrada de Elías. Lo tomamos para recorrerla. Algo más de un kilómetro de sendero, pasarelas y puentes, en un recorrido espectacularmente bonito.
Un kilómetro y pico más, y habremos vuelto al puente de los Caracolillos, y al tramo de pista que ya recorrimos al principio de ruta. Una media hora más y habremos completado el recorrido.
Habremos recorrido más de 30 km, con más de 1100 m de ascensión acumulada: Toda una prueba física y mental de resistencia, por caminos de todo tipo, que la harán inolvidable, pero no por el esfuerzo, sino por su belleza.
La actividad la catalogamos como de nivel III+, que supone:
·         Recorridos en Media Montaña
·         Recorridos con desniveles grandes que pueden superar ocasionalmente los 900 m.
·         Rutas de larga duración, entre 6 y 8 h. En este caso, más de 10h.
Este tipo de rutas requieren experiencia en senderismo y buena condición física.




domingo, 5 de mayo de 2019

Mapa y perfil de la ruta “Sierra Espuña”.-


Actividad prevista para el sábado, 11 de Mayo de 2.019.-
El Parque Regional de Sierra Espuña se sitúa en el extremo oriental de la Cordillera Bética, entre los valles del río Guadalentín y el río Pliego, dentro de la Cuenca del Segura.
A finales del siglo XIX toda la sierra se encontraba en un estado ecológico lamentable, con la pérdida casi total de toda su cubierta vegetal y presentando graves procesos de desertificación, En 1889 el ingeniero forestal Ricardo Codorniú acometió la ingente tarea de reforestar toda la sierra. Esta tarea se convirtió en un modelo para su época.
En el año 1931 fue declarada sitio natural de interés nacional, y en el año 1992 fue protegida como Parque Regional. También está catalogada como zona de especial protección para las aves (ZEPA) y lugar de importancia comunitaria (LIC).
En la actualidad, 17.804 hectáreas de Sierra Espuña y 1.875 de los Barrancos de Gebas cuentan con la declaración de Parque Regional y Paisaje Protegido, respectivamente, lo que garantiza la preservación de estos espacios.
El macizo principal presenta una topografía abrupta con numerosos cortados y barrancos y gran variedad de formaciones geológicas. La mayor altura corresponde al Morrón de Espuña o de Totana/Morrón Grande (1.583 m) cuya cima se halla ocupada por instalaciones militares que vetan el acceso al punto más alto.

Desde el Área Recreativa La Perdiz, comenzamos siguiendo el P.R.-MU-57 (Valle de Leiva-Collado Mangueta) que en su tramo inicial coincide con la "Senda del Dinosaurio", un corto sendero cuyo nombre procede de una roca con aspecto similar a la huella de uno de estos reptiles extinguidos. Tras caminar algo más de 500 m., lo abandonamos por la izquierda cogiendo un sendero que asciende por la franja de un cortafuegos, en fuerte ascenso que nos llevara en poco más de 2 km. de 770 a 1100m, con un desnivel medio de alrededor del 30%. Al final del mismo tomamos a la derecha conectando con la Senda del Caracol, un antiguo camino reforzado con muretes laterales de mampostería en seco que, tras perder una decena de metros, comienza a bordear el monte por su vertiente septentrional siguiendo un bonito trazado aéreo, por el que tenemos que extremar la precaución, ya que hay mucha piedra suelta y en algún tramo se estrecha debido a los frecuentes derrumbes, podemos observar magníficas vistas sobre las Paredes de Leiva, uno de los puntos más conocidos del Parque. Su inmensa figura se extiende por más de dos kilómetros a lo largo del barranco que lleva su mismo nombre. Estas paredes se han convertido en el lugar de peregrinaje de los escaladores, con vías de escalada de más de 200 metros de longitud, al fondo, en el valle, podemos ver la pista por la que luego regresaremos, alcanzamos Las Escalerillas (1.163 m), un tramo empinado entre dos crestones calizos que se salva mediante una serie de rampas en zigzag, en las que la piedra suelta es una constante. El camino describe más adelante otro par de curvas y remonta hacia los Llanos de las Tres Carrascas (1.422 m). Un poco antes (1.395) en las inmediaciones del Collado del Piojo (1.403 m), nos desviamos a la izquierda para ascender al Morrón de Alhama o Morrón Chico (1.444 m), donde llegamos tras una ligera y cómoda trepada para encontrarnos con el vértice geodésico.
Volvemos sobre nuestros pasos y de nuevo en los Llanos, cuando el sendero comienza a descender hacia el Collado Blanco (1.228 m), giramos a la izquierda, nos encontramos con un terreno similar a nuestros calares donde seguimos una senda sin definir, pero muy bien marcada con gran cantidad de hitos para coronar la Morra del Majal del Puerco (1.502 m.) un buen mirador sobre el Morrón de Espuña (1.583 m.) y el Pedro López (1.568 m.), el segundo monte más elevado de la sierra. Descendiendo por la vertiente opuesta, por la que hemos ascendido, llegaremos al Collado Mangueta (1.383 m) donde encontramos una pista por la que volveremos al punto de partida.
Desde el collado podemos enlazar con la carretera que conduce a las instalaciones del E.V.A.-13 (Escuadrón de Vigilancia Aérea) que el mando aéreo de combate del ejército del aire mantiene en la cumbre, aunque nosotros para evitarla, buscaremos una senda de herradura en principio invisible pero que una vez tomada podemos ver muy bien definida en algunos tramos, tras cruzar un par de veces la carretera, se llega a la cima, (1.583 m). Al este de la plataforma se sitúa el Torreón de los Exploradores (1.562 m), que suele tomarse como cumbre alternativa. El vértice geodésico se encuentra dentro del recinto militar, junto a la bola de radar.
Regresamos al Collado Mangueta (1.383 m), por el mismo camino, cruzamos un portillo y seguimos por pista hacia Casas de Murcia, donde podemos contemplar los restos de varios Pozos de Nieve los “Pozos de Murcia” (http://www.sierraespunaviva.com/pozos-nieve.asp). Seguimos por senda, atravesando un denso y limpio pinar, progresando después por los Carrascales, barranco de terreno calizo, hasta confluir con la pista forestal de Leiva en el Collado Blanco (1.223 m). Desde aquí podemos ver a nuestra izquierda el “barranco de Malveriche” y las casas del mismo nombre, localizamos una senda que ataja un trecho de pista continuando por ésta hacia el fondo del valle, dejamos a nuestra izquierda el “refugio de Leyva” que se encuentra a pie de pista, vamos encajonados entre la Paredes de Leiva y la cara N. del Morrón Chico, que es por donde hemos iniciado la ruta. Más adelante encontramos un desvío a la derecha y ya por pista franqueada de pinos que enlaza después con la senda del Dinosaurio, tras cruzar un corto puente tibetano “pasarela barranco de Leyva” y ver una antigua mina de agua, nos deja en el punto de partida el “área recreativa La Perdiz”.
El recorrido supone algo más de 20 kilómetros, con unos 1.100 m de ascensión acumulada.
La actividad la catalogamos como de nivel III+, que supone:
·         Recorridos en Media Montaña
·         Recorridos con desniveles grandes que pueden superar ocasionalmente los 900 m.
·         rutas de larga duración, entre 6 a 8 h.
Este tipo de rutas requieren experiencia en senderismo y buena condición física.