lunes, 23 de enero de 2012

Subida al Mentiras (casi 1900m, 1896 más o menos, depende de donde se mire), desde La Alcantarilla hasta Arguellite, por la Peña Palomera.

Las 06:50h del domingo 22 de Enero. Nadie por la calle. Algún coche circula, pero son un par de luces en movimiento, estrellas fugaces en el cielo de las estrellas que son las luces de las farolas.
Y los 16 montañeros dos de ellos muy jóvenes, Emilio y Esteban, dignos de elogio, que se reúnen para acudir a la llamada del madrugón y del esfuerzo, movidos solo por la voluntad; no confundir con la ansiedad que mueve a un enganchado a un vicio, es fuerza de voluntad, porque la recompensa que es personal e intransferible y distinta para cada uno, bien valdrá el sacrificio.
La nieve caída de la última semana nos invita a la ruta. No hay ni secreto ni conspiración: Un aviso basta.
Nos ponemos en camino a La Alcantarilla, aldea cerca de Plañel, pedanías de Yeste, cara oriental del Calar de la Sima.
Tras mucho viaje, organizamos los coches para que la ruta sea lineal, y nos ponemos en marcha con algún titubeo para encontrar la salida. Pero al final, el arroyo Palomera nos acoge. Viene crecido. Nos regala la música del agua que en el sendero vegetal que asciende, es estereofónica, fuerte y grave a la derecha, por el agua del arroyo y dulce y aguda por la izquierda, al saltar entre las piedras del sendero, improvisado canalillo para el agua.
Dos farallones imponentes, quizá cuarenta metros, quizá más, son el pórtico que nos anuncia lo abrupta y montañera de la ruta. Punto clave, con dificultades para seguir la senda, porque todo es naturaleza salvaje, piedras y zarzas.
El primer escalón nos hace olvidar el frio de la mañana; llegamos a un momento de respiro mientras recorremos un antiguo camino de saca de madera, y casi con las mismas pulsaciones, el segundo escalón. Paramos a respirar, tomar un trago de agua y a quitarnos la penúltima capa. Un mirador esplendoroso es el aliento del camino, que nos hace sufrir con la subida, pero que no quiere que abandonemos, y nos hace exclamar y dibujar caras de asombro.
Otro escalón, más esfuerzo; alternamos senda con caminos viejos y no tanto, con alguna “trocha del ganao”. Y más vistas, aliento para nuestros fatigados pechos. Estamos ya sobre el Regajo de las Aceas.
Otro escalón, estamos a 1.600m; este a sido duro, hemos sorteado el barranco entre las crestas de “El Rayo” y “La Cabaña”; paramos, mientras contemplamos lo que nos espera. Nos parecía lejos, abajo, y ahora está ahí, la Peña Palomera.
El reino vegetal va perdiendo sus poderes y ahora reina la piedra. Otro esfuerzo más. Hemos pasado los tornajos, estamos pisando nieve, virgen, que cruje mientras acoge nuestra huella.
Afrontamos el último escalón, que nos dejará las piernas con el lamento del dolor, el pecho, desbocado, buscando aire, pero solo hay una voluntad: Seguir subiendo.
Y al saltar un risco, por fin la cima queda a la vista. Todas las voces del dolor desaparecen. Lo hemos conseguido. Estamos en el Mentiras, a casi 1900m.
Y contemplamos el esplendoroso espectáculo de nuestra sierra, verde y blanca.
El tiempo justo para comer en el mejor de los restaurantes, al pié del “pincho” que marca la cima, y nos ponemos cuesta abajo, hundiéndonos entre la nieve hasta las rodillas, entre piedras, cojines de monja y pinos doblegados por el viento. Cerca de la Molata del Imperio, decidimos atajar e improvisar la bajada. El terreno de Tala Martínez es favorable, y en un momento estamos en el “Rincón Gallego”, donde el bosque reina, a un paso de Arguellite.
Hemos llegado al final, contentos, orgullosos y casi satisfechos. No nos faltan más que unas estupendas cervezas y refrescos, y generosa merienda, con las que venimos soñando desde el último kilómetro, entre carrascas antiguas y casas de piedra. Son las cuatro o las cinco más o menos, que más da, es de día aún. Empezamos a 750m, alcanzamos los 1900m, hemos recorrido 15 km inolvidables. Y entre sonrisas y ojos muy abiertos, ¡ya estamos dándole vueltas a la próxima!

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