Actividad prevista para el sábado, 30 de Noviembre de 2.024.-
En los tiempos en los que no existían
vehículos autopropulsados, e incluso mucho tiempo después, los senderos que se
recorrían a pie o senderos de herradura, construidos con pendientes y firmes
adecuados para el transito de caballerías con pesadas cargas, eran los que
permitían la comunicación entre aldeas, caseríos, cortijos y pueblos de los
entornos rurales y serranos. Se han utilizado desde hace muchos siglos hasta la
llegada de los automóviles y del asfalto. Algunos quedan en uso, muy, muy
pocos, como único medio de paso entre núcleos poblados. De hecho, la mayoría de
los pequeños núcleos de población por donde o adonde no llega la carretera, han
terminado abandonados.
En nuestro río Mundo, desde Riópar
hasta Liétor, abundaban caseríos y aldeas que se comunicaban con una extensa
red de senderos que bordeaban su cauce. La mayoría se encuentran con mucho
deterioro o directamente, se han perdido, por derrumbes, invadidos por la
vegetación o erosionados por corrientes de agua de lluvia o nevadas.
Nuestro compañero Sebastian Cano nos
propone recorrer algunos de esos senderos para ir desde la aldea bogarreña de
Los Vizcaínos hasta la aldea moliniquense de Los Alejos, transitando por las
proximidades del cauce del río Mundo, de Este a Oeste.
Las sendas están, en su mayor parte,
perdidas, sin transito ni mantenimiento. Solo el atractivo turístico o el
transito de alguna competición de Trail o BTT las mantiene abiertas.
Desgraciadamente, a la mayoría, nuestra red de senderos de pequeño o gran
recorrido, no las incluye. Es una pena. Pero, en fin, por la dedicación y
esfuerzo de Sebas, y con algún arañazo que otro por la limpieza de las zarzas y
la vegetación, confiamos en que esta ruta os guste. Es preciosa.
Desde las casas de Los Vizcaínos, nos
dirigimos, por la carretera asfaltada hacia el Sur, hacia Las Juntas del Río
Bogarra y el Mundo. Pero enseguida dejamos el asfalto tomando un senderillo a
mano derecha, a la altura de las últimas casas, que asciende con decisión,
ladera arriba, paralelo a la carretera. A los doscientos metros encontramos una
bifurcación, a la derecha, pero seguimos en el mismo sentido, a mano izquierda.
La senda se prolonga entre pinos y
algunos viejos bancales de almendros y olivos, en constante subida, hasta cota
940 m, unos ciento sesenta metros de ascensión, y un kilómetro desde la partida,
sobre una pared vertical. Aquí la senda gira un poco a la derecha para seguir
la ladera, e ir bajando, con menos arbolado y más matorral.
Trescientos metros más adelante llegaremos a las ruinas de un antiguo edificio y una pequeña era.
Saltaremos el colladillo siguiendo la
senda, muy perdida, para cruzar el barranco de un arroyo seco, otros
trescientos metros más adelante.
Bajaremos el barranco, volviendo a
cruzar el arroyo. Es posible que la senda original no lo cruzase arriba, y
bajase directamente por la margen izquierda, pero como está muy perdida,
optaremos por el mejor paso abierto.
Llegamos al cauce del río Mundo.
Llevamos 2,4 km y unos 180 m de subidas.
Caminaremos ahora por la margen
izquierda, a mano derecha de la bajada, por terreno llano y parajes ribereños
preciosos, con aguas cristalinas y pozas.
Avanzaremos bastante cómodos unos
quinientos metros, hasta que encontramos un desprendimiento y la senda queda
cubierta por la vegetación.
Avanzaremos un poco más para tomar un
desvío a mano derecha, con la senda perdida y fuerte pendiente, para subir unos
80 m sobre el río, y llegar a un abrigo donde, sorprendentemente encontramos
ruinas de una antigua casa y un horno bien conservado.
Las ruinas revelan que la construcción
no es tan antigua como pueda imaginarse. El panorama es magnífico.
La salida del abrigo se hace por una
estrecha senda, algo cerrada por la vegetación, y tallada sobre la pared del
barranco del cauce del río. Encontraremos algún paso aéreo, pero sin que sea ni
demasiado expuesto ni difícil.
Doscientos metros más adelante
encontraremos otro abrigo. En realidad, la pared está salpicada de estos
abrigos con ruinas. Estaremos inmersos en el cañón del río Mundo.
Saldremos del cañón por el arroyo del Picayo,
otros doscientos metros más adelante. Pasaremos por una pinada al borde del
cañón, que nos permitirá increíbles vistas.
Nos encaminaremos ahora hacia la vieja
aldea de Las Toñeras, en ruinas y ocupada por algunos personajes alternativos.
Desde el arroyo del Picayo, subiremos
hasta cota 886m, unos cien metros de subida, y unos 800 m de recorrido por el
borde del cañón. En este punto comenzaremos una fuerte bajada para cruzar el
arroyo del Vado Morote, por una ladera caliza descompuesta, con la senda muy
perdida y terreno difícil, por la pendiente y lo deslizante de la piedra piedra
suelta. Habrá que extremar la precaución e ir despacio. Cruzaremos el barranco
tras trescientos metros de recorrido y unos 90 de bajada. Nada más cruzar
encontraremos de nuevo la senda, ya mucho más cómoda, que nos llevará a Las
Toñeras.
Como decimos, está en ruinas, pero
desde hace tiempo, algunas casas están siendo recuperadas y ocupadas por gente
joven bastante alternativa y singular, con el anhelo de llevar otro ritmo de
vida.
Cruzaremos la aldea por la parte alta,
y continuamos en dirección Oeste, buscando el paso de otro barranco, que
realizaremos por unos escalones que forman las piedras del estrecho cauce.
Hasta aquí habremos caminado unos cinco kilómetros, con unos 450 m de subidas
acumuladas.
Nos dirigiremos hacia el Oeste
bordeando las laderas del cauce del río Mundo, buscando el arroyo de los
Vadillos. Tras subir unos 80 m en quinientos metros de recorrido, en las faldas
de la meseta de Majallana, rodeados de pinos, la desdibujada senda desemboca en
un camino algo más ancho, pero más claro, que seguiremos por la izquierda. Y un
kilómetro cuatrocientos metros más adelante, tras cruzar el cauce de una
torrentera, llegaremos a una pista que baja a Los Vadillos. Un kilómetro
después, bajando y atajando algunas curvas, y parándonos alguna vez para
contemplar el panorama, llegamos al arroyo. Nos internaremos por él para
descubrir un cañón espectacular esculpido en la roca, hasta que el agua del río
y una fuerte caída del agua nos impida el paso. Sin duda es uno de los parajes
más singulares de nuestra sierra.
Volveremos por nuestros pasos para
retomar el camino, que ascenderá, por un espectacular sendero de herradura
mejor conservado que los andados hasta ahora, hasta la Loma del Cencillar y las
casas de Cabezallera. Serán más de 200 m de subida, en dos tramos, uno de mayor
pendiente, con senda, y otro más tendido, con camino más ancho, en unos dos
kilómetros de recorrido.
La senda nos llevará ahora, por
pinadas más o menos cerradas, primero al barranco del Saltador, que cruzaremos
por una rambla arenera, y luego a los Garitos, subiendo, para bajar
definitivamente a los Alejos, por un promontorio que nos llevará a la Hoya de
las Monjas, donde cruzaremos el cauce de un arroyo, y ya con menos pendiente,
pasando entre bancales de almendros y olivos, llegaremos al barrio Norte de Los
Alejos. Hasta aquí habremos andado unos 13,3 km, con unos 1000 m de ascensión
acumulada.
Bajaremos al río, cruzándolo por el
puente y, después de admirar las paredes de toba esculpidas por el agua,
subiremos las calles en pendiente hasta llegar a la carretera.
Habremos recorrido unos 14 km, con
algo más de 1.000 m de ascensión acumulada.
La
actividad la clasificamos como de nivel III, que supone
- Recorridos en Media Montaña.
- Recorridos con desniveles grandes que pueden superar ocasionalmente los 900 m.
- Rutas de larga duración, entre 6 y 8 h.
Este
tipo de rutas requieren experiencia en senderismo y buena condición física.
– oo O oo –
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