Actividad prevista para el sábado, 25 de Mayo de 2.019.-
Situado en el noreste de la provincia de
Jaén, el Parque natural de las Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas, con una
extensión de 214.336 ha, es el mayor espacio protegido de España
y el segundo de Europa. En 1960 fue declarado Coto Nacional de Caza. Desde 1983
es Reserva de la Biosfera, por declaración de la UNESCO. Es parque natural
desde 1986 y Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA) desde 1987.
Es una vasta extensión muy despoblada,
donde podemos encontrar espacios naturales en estado puro, senderos de
herradura y caminos viejos, que hablan de tradiciones de antaño, de aislamiento
y vida austera y difícil, en cortijos donde la gente nacía, vivía y moría, sin
conocer más allá que las montañas que rodeaban su casa, y, como declaró un
compañero con sentencia clarividente: “Un lugar donde todavía es posible
perderse”.
Las montañas de Cazorla son tan bellas
como duras: Fuertes pendientes y clima extremo, resultan combinación difícil que pone a prueba a quien se propone alcanzar sus cimas o transitar por sus
viejos caminos olvidados. Pero encontrar los pasos de los caminos antiguos,
llena de satisfacción al que disfruta caminando por la montaña. Allí, el monte
nos envuelve, nos hace sentir vulnerables y cuando nos deja regresar, somos
distintos, por lo que hemos podido ver y oír, por lo que hemos sentido y por
que lo hemos vivido.
Este año nos proponemos recorrer, en el
parque de Cazorla, una ruta nueva: Vamos a llegar al Salto de los Órganos por
la margen izquierda del valle del Borosa.
Por la margen derecha, ya hemos llegado
muchas veces recorriendo la mítica ruta de los cintos del Banderillas, la del
Cinto de la Higuera, el Tranco del Perro, el collado de Roblehondo y unos
cuantos cortijos perdidos.
Por la margen izquierda no hemos
caminado nunca, pero nos vamos a descubrirla, porque es tan apasionante y
bonita como la otra, y, desde luego, más salvaje, perdida y olvidada.
Buena parte del recorrido se realizará
por pistas y caminos en buen estado, aunque en otros, los caminos se encuentran
ocupados por vegetación y afectados por derrumbes. En un tramo, el camino es
impracticable, por lo que es necesario progresar campo a través y afrontar
subidas y bajadas con fuerte pendiente, aunque cortas y sin dificultad técnica.
En otros tramos, el recorrido se realiza por sendas, algunas de ellas ocupadas
por vegetación o con lapiaz, el firme característico calizo. No hay tramos
aéreos ni de dificultades técnicas. La buena forma física es indispensable, por
la longitud del recorrido y por el desnivel acumulado que supone.
Partimos del aparcamiento junto a la
piscifactoría próxima al jardín botánico y museo de la Torre del Vinagre, situada en el pk. 49 de la carretera A-319.
Tomamos la pista del Borosa, en dirección
al salto de los órganos, remontando el río. A unos 2,3 km, encontramos el
puente de los Caracolillos, y la bifurcación a la casa forestal de Roblehondo,
a la derecha, que tomamos.
La pendiente se incrementa, pero se
progresa fácil por las buenas condiciones del firme. Después de algunas curvas,
enfilamos el imponente Castellón de Guadahornillos o del Moro. A los 5 km y
poco, cruza el viejo camino de la Horadada, que bordea la falda norte del
Castellón. Lo tomamos, a la izquierda. Al principio, no está en mal estado,
pero se nota mucho menos transitado. Conforme andamos, podemos observar como la
vegetación y algún derrumbe, lo va cubriendo.
A los 7 km, cruzamos el arroyo de la Fuente.
El camino evidencia el deterioro. Alguna senda parte de él subiendo, que
ignoramos, para continuar por la izquierda, sin dejarlo. Y al tomar,
definitivamente dirección Sur, a la izquierda, podemos contemplar las paredes
pétreas del barranco de la Horadada, donde encontramos la Piedra del Agujero, a
la que debe su nombre. La veremos, en un cambio de rasante, a unos 8 km.
Cruzamos el arroyo del barranco y nos desviamos un poco para contemplar el
curioso y singular agujero, capricho de la erosión.
Continuamos hacia el Sur con un camino,
ya definitivamente en estado de abandono, hasta encontrar el cruce con otro
camino, el que conduce a la Huelga del Nidillo. Hemos recorrido algo más de 9
km.
Este camino está en las mismas condiciones que
el anterior, abandonado. Nadie diría que se trata de un camino, con el nombre
de tal. Pendiente, la vegetación lo ocupa, y llega a desaparecer al llegar a un
espolón que se alza ante nosotros, al Este. No queda más remedio que improvisar
campo a través para remontar unos cuantos metros para salvar el espolón,
sorteando vegetación y escalones de roca. No tiene gran dificultad, pero
supone esfuerzo. Y en la bajada, sobre todo, multiplicar concentración y prudencia,
por la pendiente. En el espolón, las vistas son espectaculares. Merece la pena
el paso. Hemos recorrido unos 10 km.
Y, al poco de la bajada, retomamos el
desdibujado camino. Es casi un sendero sobre una vieja plataforma ocupada por la
vegetación que nos obliga a buscar el mejor paso. Seguimos unos 700 m y el viejo
camino, súbitamente, empieza un fuerte descenso, aprovechando otro espolón más
suave. En el descenso encontramos magnífico arbolado del que destaca una gran
encina, que parece hablar de tiempos olvidados. El camino, a pesar de su
deterioro, se anda fácil y se progresa sin dificultad. Es fácil reconocer su
plataforma.
500 m de zig-zag cuesta abajo y
retomamos dirección Este, en curva de nivel sobre los 1100 m, para alcanzar el
arroyo del Tejo.
El barranco del arroyo está a algo menos
de 12 km. Es zona oscura, de bosque salvaje, sobrecogedora y donde es fácil
encontrar fauna. Ahí es donde empezamos a darnos cuenta de que la Naturaleza es
la reina y nosotros somos poca cosa a su lado. Son evidentes los síntomas de
riada. El camino a desaparecido, ocupado por un cauce con grandes piedras. Por
la izquierda, hay continuidad, pero baja hasta la fuente del Nidillo, junto a
la pista del Borosa. Adelante, en dirección Este, el camino no existe,
probablemente destruido por avenidas de agua. Pero a la derecha, remontando el pedregoso
cauce, volvemos a encontrar los que podría ser, en otro tiempo, camino
transitable, ahora reducido a estrecha senda mantenida por ungulados, jabalíes y
zorros.
Se progresa, con dificultades por la
pendiente, por lo estrecho y poco evidente de la senda, pero se progresa por lo
que la intuición nos hace ver como antiguo camino. Es algo más de un km de
subida remontando el arroyo, donde encontramos el tejo que le da nombre y gran
pino centenario, espectacular.
Habremos recorrido poco más de 13 km,
cuando vemos, con claridad, que el camino abandona el cauce del arroyo para
desfilar a nuestra izquierda. 800 m de subida por un camino que ya no lo es,
con derrumbes, arboles caídos y vegetación que lo ocupa, para salir del
barranco. Y poder contemplar nuevas vistas del Banderillas y del valle del
Borosa, de belleza indescriptible.
El viejo camino no se resigna a
desaparecer. Es evidente que estuvo y hoy, con cada vez menos dificultades, nos
permite progresar. Vamos ganando altura, ya fuera del arroyo del Tejo, y la
vegetación y los derrumbes, pierden protagonismo.
Primero por la cuerda y luego por
ladera, caminamos, por el evidente camino, un kilómetro hasta encontrar, otra
vez, el arroyo del Tejo. En el siguiente espolón lo dejamos el camino para
progresar por la cuerda. Afrontamos una buena subida, de unos 140 m, hasta el
collado de la Peña de la Teja. Progresamos por trochas de animales, sin otra
preocupación que dosificar el esfuerzo de la subida. En el collado, habremos
recorrido unos 15 km y medio, la mitad del camino previsto. Estamos a unos 1550
m, la altura máxima. Y empezamos el descenso.
En una primera etapa, alcanzamos el
camino a la Calarilla, más senda que camino, pero se progresa muy fácilmente.
Un kilómetro después, estamos en pleno barranco de la Tabarrera, flanqueado por
espolones pétreos y ocupado por el boj. Nos va a dificultar la bajada, pues
tendremos que encontrar el mejor paso y, quizá nos cueste algún ensayo y error
encontrarlo.
Ya en la margen derecha, ocupamos el
cinto de Poyo Cerezo, un hermano de los famosos al pié del Banderillas, pero al
otro lado del Boroso, con más pendiente y más estrecho, y con el mismo encanto
y belleza. Es un tramo con piedra suelta y pendiente, donde no debemos
descuidar la atención.
En el kilómetro 17 y medio de la ruta,
parece que nos vamos a desplomar igual que el Borosa en el Salto de los
Órganos. Estamos al lado. Hemos pasado las dificultades y afrontamos otro
capítulo completamente distinto, pues la senda nos da la opción de, o bien
bajar vertiginosamente a la presa de Valdeazores, o bien, por un camino más
ancho, hasta el embalse. Esta última opción supone alargar la ruta unos 800 m.
En la presa, el camino se hace mucho más
sencillo. Es un camino que recorren muchas personas visitantes del parque
natural.
Para regresar, de nuevo a la Torre del
Vinagre, no hay que dejar el camino. Primero, sendero, atravesando los túneles
de la toma de agua de la central hidroeléctrica del Borosa. Conviene llevar
alguna luz y cuidado con la cabeza. La bajada desde los túneles al cauce del
Boroso es un pedregal donde hay que llevar mucha atención. Ya en el río, lo
primero que encontramos es el magnífico Salto de Los Órganos y toda la sucesión
de cascadas que nos acompañará hasta la central hidroeléctrica. El camino, muy
pisado, tiene sus dificultades: Rocas, derrumbes, piedra suelta, pendiente.
Pero es recorrido por decenas de personas cada semana, de toda condición física
y experiencia senderista. Al llegar al Salto de los Órganos, llevaremos unos 19
km de ruta. Nos quedan 11 de camino y pista.
Al llegar a la central eléctrica, un
kilómetro más adelante, el camino, con más o menos dificultades, se convierte
en pista.
Cuatro km más adelante, habremos pasado
por el puente de la Piedra, la Huelga del Nidillo, y nos encontramos con el
desvío a la Cerrada de Elías. Lo tomamos para recorrerla. Algo más de un
kilómetro de sendero, pasarelas y puentes, en un recorrido espectacularmente
bonito.
Un kilómetro y pico más, y habremos
vuelto al puente de los Caracolillos, y al tramo de pista que ya recorrimos al
principio de ruta. Una media hora más y habremos completado el recorrido.
Habremos recorrido más de 30 km, con más
de 1100 m de ascensión acumulada: Toda una prueba física y mental de
resistencia, por caminos de todo tipo, que la harán inolvidable, pero no por el
esfuerzo, sino por su belleza.
La actividad la catalogamos como de
nivel III+, que supone:
·
Recorridos en Media Montaña
·
Recorridos con desniveles grandes que
pueden superar ocasionalmente los 900 m.
·
Rutas de larga duración, entre 6 y 8 h.
En este caso, más de 10h.
Este tipo de rutas requieren experiencia
en senderismo y buena condición física.