Actividad prevista para el sábado, 6 de Junio de
2.015.-
Ayna
es un paraíso natural del que podemos disfrutar en la provincia de Albacete. No
en valde es conocida como “la Suiza manchega”. De entre los atractivos de los
que podemos encontrar, vamos a recorrer unos cuantos en esta ruta, que nos
hablan de pobladores de estas tierras de pasados remotos y del pasado reciente,
caminos antiguos, panoramas espectaculares, y, como, del río Mundo.
La
ruta empieza en Royo Odrea, la pedanía de Ayna, quizá la más poblada. Por el
camino junto al río Mundo, que permite el acceso a las huertas en la vega del
río, llegamos hasta el cortijo del Pontarrón y cruzamos el río por el puente
que une las casas de la margen derecha. Ahí se inicia una senda antigua que,
poco a poco nos llevará hasta el collado que separa la Albarda del Caballo, las
peñas que se alzan sobre el río.
Visitar
la Albarda es trayecto de ida y vuelta, fácil desde aquí, un poco escarpado en
algún momento, pero accesible. Continuamos camino por la cuerda, esquivando las
zonas dificultosas por la izquierda, hasta la Peña del Caballo. La panorámica
es magnífica.
Bajamos
hasta encontrar el camino que discurre por los campos de la Tejera, apto para
un vehículo, y lo seguimos por la derecha, bajando bastante, hasta que se nos
pierde, y se convierte en un sendero “comido” por la vegetación, y que es
reminiscencia de la antigua senda que subía desde el río, pasando por un nacimiento
de agua, estratégico en otro tiempo. Los desprendimientos y la vegetación han
hecho casi desaparecer la senda, pero la continuamos hasta sobrepasar el “hombro”
que delimita el barranco del Infierno.
El
sendero aparece aquí más marcado, y nos lleva hasta la Cueva del Niño, célebre
por sus pinturas rupestres, que nos hablas de antiquísimos pueblos que
utilizaros los abrigos abiertos en la piedra caliza. Aquí encontraban caza
abundante, que cobraban acorralando a las piezas en lo alto del barranco, y, en
el peor caso, despeñándolas, quedando al pié de la Cueva.
Continuando
el camino encontramos el cruce con la senda que baja desde lo alto del barranco
y el otro lado del valle, y siguiendo sin desviarnos, una joya de camino de
herradura nos baja hasta el río, justo frente al cortijo del Avellano.
Antiguamente,
el paso del río era mucho más fácil. Hoy toca mojarse hasta casi la cintura
(dependerá del caudal del río), para cruzarlo, y pelear un poco contra zarzas,
cañas y juncos, aunque el año pasado estaba especialmente limpio de maleza y el
paso fue sencillo.
El
cortijo del Avellano está en un sitio especialmente bonito. De él, solo quedan
las ruinas y los vestigios del camino de herradura que, zigzagueando, le daban
salida remontando la pared caliza que lo cierra. Los derrumbes hacen el
recorrido un tanto dificultoso.
Al
salvar la pared, otro valle se abre. En realidad no es otro valle, el valle es
el mismo, pero el capricho del cauce del río ha cincelado su camino en la
piedra con un par de curvas, como si fueran meandros, que forman “valles” entre
seno y seno del cauce.
El
camino de herradura, aunque casi perdido, todavía se intuye, con recorrido a
izquierda y derecha para no forzar la pendiente, y nos lleva hasta el cortijo
de los Luisos. Sus ruinas aparecen entre higueras y zarzas al pié de de una
chopera de singular belleza.
Huertas
y construcciones abandonadas nos hablan de vida y trabajo de otros tiempos.
El
camino de herradura continua, con dos salidas, una de ellas victima de un gran
desprendimiento. Continuamos por la de la derecha, hacia el Este, hasta
contactar con almendros y una senda que nos lleva hasta el cortijo o la aldea
de los Cárcavos.
Aquí
encontramos una central hidroeléctrica y una vista del cañón de río
incomparable.
Hasta
Los Cárcavos llega la carretera. La seguimos para volver al cortijo del Pontarrón
y a Royo Odrea, cerrando el trayecto.
Habremos
recorrido unos 18 km, con unos 1.000 m de desnivel acumulado, que no son de
tirón, pero se irán acumulando en subidas.
Es actividad catalogada de nivel III+, que supone
recorridos en Media Montaña, con desniveles grandes que pueden superar
ocasionalmente los 900 m, rutas de larga duración, entre 6 a 8 h. Este tipo de
rutas requieren experiencia en senderismo y buena condición física.
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